12 de octubre de 2011

THE FRESHMAN (EL ESTUDIANTE NOVATO, 1925) - Fred C. Newmeyer y Sam Taylor



Un argumento que luego hemos visto más veces repetido en el cine: un estudiante novato que llega a la universidad y es objeto de las bromas de sus compañeros más veteranos, es utilizado por Harold Lloyd para realizar una película que, esta vez, sí que mantiene una unidad estructural en la trama que avanza con sus puntos cómicos y románticos hasta su gran desenlace.

Harold está ilusionado con su incorporación a la universidad de Tate, y la influencia de un héroe universitario del que ha visto una película, le lleva a imaginarse como el estudiante más popular del campus. En la realidad, sus compañeros le gastan bromas, se ríen de sus ocurrencias (ese ridículo saludo con baile de piernas) y esto se ve incrementado por sus constantes meteduras de pata. Al final, sacará su coraje cuando le den una oportunidad de oro en el equipo de fútbol americano universitario. También contiene buenos detalles visuales, cómo esa foto que el novato va situando por arriba del héroe universitario, según va imaginando que le supera en popularidad.

La película tiene algunas de las secuencias más logradas de las que he visto de su filmografía: la fiesta en la que Harold lleva un traje que se va descosiendo o los minutos finales del partido de fútbol; pero tampoco creo que sea una de sus mejores films, tal vez porque visto ahora, la candidez del protagonista no sea muy creíble. De todas formas, sigue estando por allí, la guapa Jobyna Raiston y se agradece que la historia tenga un buen desarrollo y desenlace, además de que es evidente que influyó en Buster Keaton para su College (El colegial, 1927).


No puedo dejar de reseñar que con esta película Harold Lloyd consiguió el mayor éxito comercial de toda su carrera. La única comedia muda que le supera en recaudación es The gold rush (La químera de oro, 1925) de Charles Chaplin.

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