Cuando Steven Spielberg rodó esta película ya había tenido un gran éxito con su anterior Jaws aunque ahora nos mostraba a los espectadores lo que luego ha sido una constante en su carrera cinematográfica: el cine de ciencia ficción. Y esta scifi que llevó Spielberg a las pantallas de todo el mundo no tenía nada que ver con la que su amigo Georges Lucas nos ofrecería al año siguiente con el estreno de Star Wars.
Encuentros en la tercera fase, fue para la ciencia ficción moderna, para el cine fantástico de finales de los setenta; lo que 2001, una odisea del espacio, supuso una década antes. Los extraterrestes vistos desde una mirada adulta y aunque decir adulto cuando se habla de Spielberg no es lo mismo que decirlo al hablar de otros directores, el rey midas del cine americano, nos hizo creernos a esos seres de otra galaxia que llegaban a tener un encuentro con nosotros.
La película no ha perdido interés, sigue pareciéndome un gran film de ciencia ficción con una trama bien llevada, con tensión, historias personales y golpes de ingenio. A veces se agradecen sus rudimentarios efectos especiales en comparación con la avalancha de efectos digitales que ahora pueblan las películas de estas características. Por lo menos, hay una buena historia y aunque tenga la marca a veces infantil de Spielberg, sigue manteniendo muchas de sus cualidades y ocupando su importancia en el cine fantástico de la época.
Lo que más gracia me hace al verla ahora es redescubrir a François Truffaut actor, en un filme americano después de haberme empapado de su filmografía y haber leído su biografía en la que, entre otras cosas, cuenta lo que para él supuso este rodaje.
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