Luis Buñuel acepta el encargo de los hermanos Hakim, productores del film, de adaptar la novela de Joseph Kessel pero la lleva completamente a su terreno. Es la historia de una burguesa parisina que está casada pero mantiene una relación nada sexual con su marido mientras que tiene sueños eróticos, deseos masoquistas y traumas infantiles, que le llevarán a prostituirse en una casa de citas.
Buñuel coge el realismo de la novela e introduce su personal surrealismo con los sueños de la protagonista y flashbacks de su infancia, consiguiendo que el mundo real y el fantástico se entremezclen de tal manera que, al final, no se sabe si todo no ha sido nada más que una fantasía. Dejando ese punto final aparte, el personaje principal, la prostituta que da título a la película, se explica tanto por lo que hace como por lo que desea y su personalidad se intenta mostrar psicológicamente.
Catherine Deneuve interpreta a Severine, la protagonista y junto a ella, están Jean Sorel (Pierre, el marido), Michel Piccoli (Mr. Husson, el amigo), Geneviève Page (Anais, la madame), Pierre Clémenti (Marcel, el ganster) y Paco Rabal (Hyppolite, el otro ganster español). Un reparto excelente completado por un montón de secundarios y con dos apariciones de Buñuel como extra.
Aunque mientras veo la película, hasta me llegan a molestar las ensoñaciones de Severine, ese final en el que realidad y ficción se mezclan, me convencen del todo de que Buñuel ha conseguido lo que se proponía y que no es un relato convencional sino un retrato psicológico de esta mujer recatada y fría socialmente pero muy complicada en su interior.
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