Fernando León de Aranoa estrena una película que, aunque exteriormente se aleja de su filmografía anterior, tiene evidentes puntos en común con ésta para un espectador atento a la misma.
Las novedades vienen porque está rodada en inglés, con un reparto internacional (Benicio del Toro, Tim Robbins, Olga Kurylenko o Mélanie Thierry) y ambientada en la guerra de los Balcanes. Pero, como decía antes, mantiene una coherencia con lo que a Aranoa le interesa: un tema social en el que los protagonistas son un grupo de cooperantes, y su humor indudablemente surrealista que si en sus anteriores películas salpicaba la trama (el joven repartiendo pizza sin motocicleta o la moto acuática en Madrid de Barrio, y el partido de futbol medio visto en Los lunes al sol), aquí la inunda de principio a fin, ya que todo gira alrededor de la búsqueda de una cuerda con la que sacar al cadáver que está contaminando el agua de un pozo. No quiero olvidar que esa situación surrealista bajo el prisma del humor también era más que importante en Familia.
Un día perfecto no es perfecta pero casi. Tanto la historia, la forma en que está rodada (ahí también hay mucha novedad respecto a como Aranoa ha rodado anteriormente), las interpretaciones de Benicio del Toro y Tim Robbins principalmente, así como el desenlace de la película, forman un conjunto magistral que merece un gran reconocimiento crítico y de espectadores y que afortunadamente nos devuelven la genialidad de su director después de la pequeña decepción de Amador.
Me falta completar la filmografía de Aranoa con sus documentales: Caminantes, Invisibles, Sabina y Refugiados, así como espero con ganas el estreno de Escobar.
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