En el 2007 se estrena en Estados Unidos Grindhouse que consiste en exhibir, como en las antiguas sesiones dobles, dos películas al mismo tiempo. Planet Terror de Robert Rodríguez y ésta de Quentin Tarantino. La idea es realizar un homenaje al cine slasher y exploitation que se estrenaba en los cines llamados grindhouse.
Homenaje más que evidente en la factura del film desde las rayas que aparecen como si se tratara de una película vieja, los cortes en el montaje, la música y por supuesto, los personajes y el argumento; todo no es más que una muestra palpable del amor que tiene el director por ese cine de serie B.
Aquí la historia va de un asesino que trabaja de doble en películas y conduce un coche a prueba de muerte con el que se carga a las víctimas que elige: chicas estupendas que viajan en grupo. Claro que Tarantino no puede evitar dejar huella de su sello en los dialogos y situaciones pero se mantiene fiel a los films que quiere homenajear lo que, aunque es un corsé que se impone, también es la gracia que tiene la idea del proyecto que, sin que me parezca que se acerque ni de lejos a lo mejor de su filmografía, sí que me hace disfrutar como espectador y me rememora las muchísimas películas que he visto en mi juventud en el cine o directamente en mi casa alquiladas del videoclub.
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