El regreso a España de Luis Buñuel del exilio, para rodar esta coproducción hispanomexicana, algo que no había hecho desde Las Hurdes, se salda con la Palma de Oro en Cannes y la orden de destrucción de la película que fue salvada por la actriz Silvia Pinal aunque no se pudo estrenar aquí hasta 17 años después.
La historia es una adaptación libre de la novela Halma de Benito Pérez Galdos. Viridiana es monja de clausura y abandona el convento para visitar a su tío y benefactor, éste quiere casarse con ella y le dice que la ha violado mientras estaba inconsciente. Después del suicidio del tío, Viridiana vive en la casa junto con Jorge, el hijo de éste que ha heredado la casa. La protagonista se dedica a recoger vagabundos aunque finalmente decide abandonar la caridad para estar con Jorge.
Fascinante la sutileza del relato en el que, sin cargar las tintas, se incluyen escenas con fetichismo, travestismo, voyeurismo o se critica a valores cristianos como la caridad. Es famosa la escena de la recreación de La Santa Cena de Leonardo Da Vinci o, ese plano detalle, con el crucifijo-navaja.
El plantel de actores es magnífico. Fernando Rey, Paco Rabal o Silvia Pinal, además de los secundarios entre los que se encuentran Lola Gaos y Maria Isbert. Teresa Rabal es la niña y alguno de los personajes de vagabundos son vagabundos reales.
El final con la partida de tute a tres sustituyó al que había en el guión (Viridiana y Jorge se quedaban solos en la habitación) y ese cambio mejoró el film al insinuar una relación a tres entre ellos dos y la criada Ramona.
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