Conocía la existencia de esta película porque hay una edición de la Fnac que he estado varias veces a punto de comprar, pero al final he conseguido verla por un pase televisivo.
Ray Rivas solamente ha dirigido este largometraje que fue un encargo de José Luis Borau, con el que éste norteamericano hijo de españoles rodó la historia de un monosabio o mozo taurino.
Jośe Luis López Vázquez interpreta el papel principal, Juanito, el monosabio con aires de empresario y que quiere que el hijo de unos vecinos sea el próximo gran torero bajo sus consejos. En realidad, Juanito no tiene tanta experiencia con los toros salvo su inmensa afición y el trabajo menor en la plaza de las Ventas. Eso no impide que su ilusión le haya hecho montar un peña taurina para la nueva figura, eso sí, solamente formada por cuatro aficionados que conoce del un bar de su barrio.
La historia transcurre con una especia de sonrisa congelada para el espectador. Lo que ocurre tiene su gracia ya que todo está visto con el prisma del humor, pero también es trágico ver como Juanito va complicándose la existencia por el sueño de ser apoderado de un torero que no tiene demasiadas tablas. Busca una corrida para su protegido, roba el dinero con el que su familia iba a pagar el aborto de su hija mayor, paga los novillos y todos los gastos que se le presentan, invita a todo el mundo y tiene que acabar siendo él el que mata al toro ante la cogida-huida del futuro as de la lidia.
Esa mezcla de humor-tragedia-surrealismo, en definitiva, esa mezcla de esperpento de la realidad, consigue que la película deje huella y todavía más cuando mantiene un tono muy bien logrado y una realización redonda, en la que las corridas de toros están muy bien rodadas sin que ni los dobles, ni los trucos cinematográficos sean evidentes.
José Luis López Vázquez está espléndido y hasta cambia su habitual voz para resaltar el deje de un aficionado a los toros, su argot y su acento. Le acompañan varios secundarios entre los que quiero destacar a Chus Lampreave.
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