El clasicismo de Steven Spielberg, no solamente narrativo sino también en los temas que elige, me ha alejado hace ya bastantes años de sus nuevos estrenos aunque pasado el tiempo, suelo recuperarlos. Mirando su filmografía, la última vez que fui al cine a ver una de sus películas, fue con la cuarta entrega de Indiana Jones que, claramente, me hizo pasar por taquilla porque retomaba las aventuras de su héroe más popular, lejos del clasicismo que, como decía antes, me desinteresa de este director.
En cambio, esta vez, puede que sea ese clasicismo narrativo y argumental el que me ha acercado a El puente de los espías. Bien rodada, con un actor principal más que correcto y secundarios magníficos, la película me mantiene interesado (que no entusiasmado) de principio a fin. Valoro lo bien contada que está y que el protagonista se asemeje a los que podría haber interpretado un James Stewart en sus mejores tiempos. Nominada para varios premios Oscar consiguió alzarse con el de Mark Rylance como actor de reparto y que arrebató al que se daba seguro para Stallone por Creed.
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