Luis Buñuel sigue con su carrera en Mexico y, de nuevo, vuelve a rodar con Fernando Soler de protagonista. Esta vez se trata de la adaptación de una obra teatral de Carlos Arniches, Don Quintín el amargao.
Folletín familiar en el que un hombre que sorprende a su mujer cuando le es infiel con un amigo común, cambia de caracter, abandona a la hija y se dedica a negocios peligrosos donde ejerce sin escrúpulos sus dotes de mando.
Así la historia transcurre con el previsible desarrollo en el que padre e hija volverán a encontrarse por las circunstancias de la vida. Buñuel rueda con oficio y entrega un producto correcto en el que hay drama, amores, humor, canciones y argumento popular. Todo es muy previsible, desde la escena de la infidelidad, hasta esos personajes de chicas que quieren ser artistas o gansters que dan más risa que miedo; por lo que lo que consigue una mezcla que se ve sin esfuerzo pero que no deja nada más que una historia típica carente de originalidad.
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