Siguiendo con la saga del agente secreto Matt Helm interpretada por Dean Martin, esta es la tercera entrega en la que volvemos a tener los mismos ingredientes: montones de chicas sexys, cachivaches electrónicos, un malvado y la misión que Matt tiene que llevar a cabo.
La fórmula parece cada vez más acabada porque se salvan pocas cosas de esta película que, sin dejar de ser entretenida, no supera un listón cada vez más bajo. Ahora la trama ocurre en Acapulco donde Matt va acompañado de una agente femenina que se hace pasar por su esposa para recuperar un platillo volante robado por el malo de turno.
El director vuelve a ser Henry Levin y junto con Dean Martin también repite por tercera vez James Gregory en el papel MacDonald. En el resto del reparto no hay nada destacable.
Una fábrica de cerveza, la increíble tienda de campaña hinchable con todas las comodidades incluidas, el sujetador dispara balas, el cigarrillo con gas de la risa, el pintalabios que narcotiza o la pistola que hace que se les caigan los pantalones a las víctimas, son algunas de las curiosidades de esta historia que todavía tendrá una continuación más.
Lo mejor: las chicas y ver que nuevos cachivaches inventan.
Lo peor: más de lo mismo que en las dos anteriores películas de la saga sin que se intente innovar por ningún lado.
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