9 de febrero de 2015

LAS OVEJAS NO PIERDEN EL TREN (2014) - Alvaro Fernández Armero


 


Argumento: Una pareja con niño se van a vivir al campo, a un pueblo cerca de Madrid, donde él pretende escribir su segunda novela aunque acabará descubriendo que le gusta la vida fuera de la ciudad.

Director: Ocho años llevaba Alvaro Fernández Armero sin estrenar largometraje. Por el camino ha dirigido (y sigue haciéndolo) mucha televisión (El síndrome de Ulises, Cazadores de hombres, Alfonso el príncipe maldito, Doctor Mateo, Hospital Central, Con el culo al aire y Algo que celebrar). En cine se le recuerda por su estreno con Todo es mentira (1994).

Actores: Raúl Arevalo, Imma Cuesta, Alberto San Juan, Candela Peña, Jorge Bosch, Irene Escolar y Kiti Manver. Un buen reparto con actores de varias generaciones.

Datos: Si el protagonista de Todo es mentira, no paraba de decir que se iba a ir a vivir a Cuenca, aquí ya lo tenemos afincado en un pueblo rural en el que parece haber escapado de la gran ciudad, para seguir hablando de relaciones de pareja bajo el prisma del humor.



Crítica: Personajes no tan jóvenes pero con problemas sentimentales sin resolver: la pareja que busca un segundo hijo sin haber conseguido una estabilidad económica, el separado que tiene una relación con una chica a la que saca veinte años, la mujer que insiste en buscar pareja por Internet o la señora que con más de sesenta años se independiza y busca trabajo. Un buen caldo de cultivo para el humor y que además reivindica, la posibilidad de ser feliz lejos de una ciudad grande que te ofrece muchas cosas pero también te limita en otras. 
Si los personajes de esta nueva comedia de Fernández Armero han perdido varios trenes en su vida, las ovejas (es decir, el campo y la vida rural) están ahí para reinventarse y darse una nueva oportunidad. No es que la película insista mucho en el tema pero en el fondo y risas aparte, la película deja esa reflexión aunque todo ello envuelto en una trama que tiene momentos afortunados pero también un desarrollo algo previsible, solamente salvado por el buen hacer de un puñado de actores más que solventes que, si bien no consiguen un producto destacable, sí que llevan a la historia hasta su final con oficio y algunas buenas escenas. 

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