Este cortometraje de Chaplin para la Mutual mantiene un humor más propio de los que rodó en la Keystone que en esta productora porque aunque el film empieza con la originalidad de que es ayudante de sastre (divertida la escena en que le coge medidas a una cliente del cuello, la sonrisa o un dedo), luego acabará con las típicas persecuciones y porrazos de su primera época.
No quiero olvidarme otras escenas interesantes como el baile de Chaplin con Edna Purviance o cuando haciéndose pasar por conde está cenando junto con los otros invitados, pero el endeble guión así como la facilidad de un humor físico y poco elaborado, baja muchos enteros la calidad de la película.
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