Sorprendente éxito en Argentina y ahora en su estreno español, la segunda película de Patxi Amezcua no es más que un sencillo thriller mantenido por un Ricardo Darín omnipresente a lo largo del metraje pero que, en realidad, no consigue más que un relato en el que lo importante es saber el cómo y el porqué han secuestrado a los hijos de la pareja separada formada por el actor argentino y la española Belén Rueda.
Ni el desenlace sorprende ni siquiera el desarrollo de la trama, saca mayor emoción que una primera parte en la que el edificio dónde los niños desaparecen se convierte en un eficaz protagonista, pero que luego la historia se va desinflando porque no hay mucho más de dónde rascar.
Su éxito comercial para mí es un misterio pero puede ser por el bombardeo publicitario y por la curiosidad de comprobar como funciona la química entre la pareja protagonistas, aunque viendo el resultado, tanto uno como la otra tienen en su filmografía películas muchísimo mejores. De su director poco puedo decir ya que no conozco su opera prima.
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