De un director que ha firmado dos películas que me gustan tanto como En la ciudad y Ficció, no puedo esperar nada más que pasar por la taquilla con ilusión, pero si además el reparto está compuesto por Ricardo Darín, Luis Tosar, Eduardo Noriega, Leonor Walting, Candela Peña, Eduard Fernández, Leonardo Sbaraglia, Jordi Mollá y Alberto San Juan (también salen Clara Segura, Cayetana Guillén Cuervo y Javier Cámara, pero estos me gustan menos); pues ya me acerco al cine con ganas de encontrarme con una buena película.
Una pistola en cada mano (el título hace referencia a cómo vamos a veces los hombres por la vida y que cada uno se lo tome como quiera...), es una película que ha cubierto mis expectativas. Es justo lo que me esperaba, me ha hecho sonreír y reír a carcajadas. Me he quedado encandilado con sus actores, con la brillantez de los diálogos que envuelven unas situaciones cotidianas pero a la vez extraordinarias porque su director sabe de lo que habla y eso se nota.
Y aunque es cierto que no me agrada especialmente que el relato se articule en varias historias independientes; también acabo rendido a que todo se cierre con un retrato coral pero a la vez individual (los personajes no tienen nombres concretos) y al acertado dibujo de unos hombres ya cuarentones, algo perdidos, envueltos en sus miedos e inseguridades incapaces de comunicarse, que hacen cosas de hombres y que para mí son tan reconocibles como en esa imagen que me devuelve el espejo.
Si me tengo que quedar con una de las historias, lo hago por la primera en la que Eduard Fernández y Leonardo Sbaraglia, se reencuentran en un portal que les protege de la lluvia; y si por contra, hay una que me deja bastante frío es la de ese hombre que encarna Javier Cámara que quiere volver con su exmujer en un momento más que desacertado de sus vidas.
Pero, aparte de esos dos extremos, de lo que más y menos me gusta; no puedo obviar lo bien que me lo he pasado con la mayoría de lo que la película me cuenta. Grandes momentos de humor que son impagables pero sobre todo ese sentirme identificado con muchas de las situaciones: los amigos que se encuentran y siguen manteniendo el poso de su amistad entre lágrimas y sonrisas, la ironía del fracasado en el amor y las mujeres que no pierde el humor, las sonrisas de las chicas en el ascensor ante la broma que una de ellas ha gastado a un torpe aprendiz de seductor, las conversaciones cruzadas entre dos mujeres con el mejor amigo de sus parejas, el encuentro en el banco de un parque de dos hombres que quieren a la misma mujer, el desparpajo de la mujer que recrimina a su exmarido que le mire las tetas, etc, etc, etc
No, no la recomiendo, igual si tú también eres un cuarentón con tu bagaje de desengaños a cuestas, te fastidia sentirte identificado o no te identificas para nada en la cadencia de la mirada de esos hombres; pero a mí me ha gustado mucho. Lo único que me ha fastidiado es verla solo y no poder comentarla con alguien al salir de la acogedora sala de cine al frío exterior de las calles de Madrid.
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