Comedia romántica en el que una guapa prostituta es contratada por un millonario (también guapo) para que sea su chica de compañía durante una semana y que se desarrolla con los ingredientes de cuento de hadas, en el que la princesa es rescatada por un príncipe azul a lomos del caballo de la prosperidad económica y el amor.
Sin quitarle méritos al desparpajo de Julia Roberts, la película abusa de ñoñería aparte de un buen ramillete de escenas condescendientes con la poca credibilidad de la situación. No hay que ser tampoco muy exquisito ya que la trama busca el desenlace amoroso entre los dos protagonistas sin que haya que ser muy espabilado para verlo venir.
Richard Gere es el millonario que hará las delicias de las espectadoras soñadoras y aunque a mí no me gusta su actuación sobria y sin muchos matices, está claro que triunfa de sobra entre el público femenino. El veterano director Garry Marshall volvió a repetir con la pareja en Runaway Bride (Novia a la fuga, 1999).
Sin más aliciente que ver las carantoñas de ella y dejarse entretener por un filme regularcillo que utiliza una banda sonora de éxitos de la música pop y el abanderado de la canción de Roy Orbison como melodía pegadiza, ha sido un gran éxito en España más en sus pases televisivos que en las salas de cine, del que personalmente recuerdo con claridad los carteles de su estreno en Valencia mientras yo trataba de estudiar las oposiciones a mi curro.
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