En un futuro desesperanzador, los humanos utilizan unos robots (los sustitutos) a los que se conectan telematicamente, para utilizarlos como si fueran su propia persona en el deambular cotidiano por la vida. Una especie de sims con nuestra apariencia mejorada (más jóvenes, más guapos, más fuertes, más atractivos) y con los que poder "vivir" sin estar expuestos a los golpes de la vida.
La historia tiene carisma suficiente para haber sido una gran película de ciencia ficción, pero al final se queda en menos de lo que prometía, aunque no quiero desmerecer escenas magistrales (la desconexión de los robots que van cayendo como fardos al suelo de las calles de la ciudad) y un nivel superior a otros productos similares.
Bruce Willis encarna al protagonista que se debate entre el amor a su mujer y las ganas de ser un humano en la necesidad vital de sentir las cosas en su propia piel. El director tenía el aval de haber firmado la tercera parte de la saga Terminator, pero aquí no ha conseguido sacar todas las posibilidades que los mimbres ofrecían.
Desconozco el cómic que adapta por lo que no sé si se ha respetado el argumento, pero al fin y al cabo, tampoco se me ha despertado la curiosidad al ver que la película no consigue levantar el vuelo en su parte final y deja sus aciertos en cuentagotas, tanto en la parte visual como en alguna de las escenas de acción. Eso no es suficiente como para merecer el aplauso.
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