Los ochenta fueron años cinematográficos de comedias norteamericanas juveniles, tontorronas, familiares y hasta algunas bastante buenas. Aquí tenemos a John Travolta y Kistey Alley en una sobre un bebé muy simpático del que se nos permite oir sus pensamientos. El niño es el "mira quién habla" del título y en eso radica su originalidad.
Vale pues, es una premisa argumental como cualquier otra para hacer una comedia sin mayores pretensiones. Lástima que la película resulte aburrida, previsible y muy baja de todo: de humor, de drama, de un buen guión o de situaciones divertidas. Nada que llevarse a la boca de espectador palomitero, salvo algún chiste y ver lo majo que es el personaje de Travolta, que enrollado y que simpaticón con los niños. Nada de eso importa porque tuvo dos continuaciones: Look who's talking too (Mira quién habla también, 1990) y Look who's talking now (¡Mira quién habla ahora!, 1993).
Lo único que me da risa es comprobar que el bebé piensa con la voz de Bruce Willis en la versión original y que en el doblaje español el encargado fue Moncho Borrajo, por lo que la risa viene al pensar el trauma que hubiera supuesto aquí el doblaje del bebé por Ramón Langa (habitual doblador de Bruce Willis) con ese vozarrón que tiene.
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