Llevaba tiempo interesado por esta película después de haber visto alguna imagen con Frank Sinatra drogándose. El otro día encontré por casualidad el DVD en una tienda a un precio ridículo y se vino conmigo a casa.
Hace poco escribía unas líneas sobre mi desconocimiento de la filmografía de Otto Preminger al reseñar Bonjour tristesse (Buenos días, tristeza, 1958) y ahora de nuevo me lo encuentro dirigiendo ésta interesante película, adaptación de la novela homónima de Nelson Algren. Lo destacable es lo que a mí me llamaba la atención: que es una producción hollywoodiense con estrellas cómo Frank Sinatra y Kim Novak, que trata sobre un heroinómano, incapaz de alejarse de su destructiva adicción.
En un maravilloso blanco y negro, con música de jazz, y situada en un barrio de Chicago, dónde el juego y el alcohol son parte de la rutina de sus vecinos, vemos a personajes secundarios inolvidables y a los protagonistas unidos por su mala suerte. Frankie (Frank Sinatra) es el mejor repartiendo las cartas en las partidas clandestinas de poker, pero sus buenas intenciones pasan por abandonar esa vida y conseguir ser músico sentado en la bateria de una banda de jazz. Su mujer (Eleanor Parker) está en una silla de ruedas y cada día su desequilibrio es más evidente; pero el verdadero amor de Frankie es Molly (Kim Novak) que trabaja en un club de strippers y es pareja de un borrachín.
Al igual que en The Lost Weekend (Días sin huella, 1945) se trataba la odisea personal del alcohólico; aquí el tema principal es la toxicomanía, el enganche a la heroína, la obsesión por pincharse, el mal vivir de un personaje débil ante el deseo inevitable que le impide alejarse del vicio que le quema la vida. Está claro que es una película de los años 50, que no son los heroinómanos de Eloy de la Iglesia en las pelis de quinquis que se rodaron veinte años después en España, pero mi curiosidad ha quedado satisfecha con creces. ¡Si hasta Frankie pasa el mono encerrado en una habitación! Una buena e interesante película que ya puedo tachar de mi lista de "tareas pendientes".
Hace poco escribía unas líneas sobre mi desconocimiento de la filmografía de Otto Preminger al reseñar Bonjour tristesse (Buenos días, tristeza, 1958) y ahora de nuevo me lo encuentro dirigiendo ésta interesante película, adaptación de la novela homónima de Nelson Algren. Lo destacable es lo que a mí me llamaba la atención: que es una producción hollywoodiense con estrellas cómo Frank Sinatra y Kim Novak, que trata sobre un heroinómano, incapaz de alejarse de su destructiva adicción.
En un maravilloso blanco y negro, con música de jazz, y situada en un barrio de Chicago, dónde el juego y el alcohol son parte de la rutina de sus vecinos, vemos a personajes secundarios inolvidables y a los protagonistas unidos por su mala suerte. Frankie (Frank Sinatra) es el mejor repartiendo las cartas en las partidas clandestinas de poker, pero sus buenas intenciones pasan por abandonar esa vida y conseguir ser músico sentado en la bateria de una banda de jazz. Su mujer (Eleanor Parker) está en una silla de ruedas y cada día su desequilibrio es más evidente; pero el verdadero amor de Frankie es Molly (Kim Novak) que trabaja en un club de strippers y es pareja de un borrachín.
Al igual que en The Lost Weekend (Días sin huella, 1945) se trataba la odisea personal del alcohólico; aquí el tema principal es la toxicomanía, el enganche a la heroína, la obsesión por pincharse, el mal vivir de un personaje débil ante el deseo inevitable que le impide alejarse del vicio que le quema la vida. Está claro que es una película de los años 50, que no son los heroinómanos de Eloy de la Iglesia en las pelis de quinquis que se rodaron veinte años después en España, pero mi curiosidad ha quedado satisfecha con creces. ¡Si hasta Frankie pasa el mono encerrado en una habitación! Una buena e interesante película que ya puedo tachar de mi lista de "tareas pendientes".
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