Bobby Fisher fue un maestro de ajedrez norteamericano que consiguió el campeonato mundial en 1972 frente al soviético Boris Spaski. En 1975 la Federación Internacional de Ajedrez le despojó del título debido a sus exigencias en el duelo contra Anatoli Karpov.
Esta gran película, cuenta la trayectoria de un niño prodigio que participa en torneos consiguiendo victoria tras victoria. El cambio que supone en su vida infantil su precocidad en el ajedrez, su curiosidad por el juego, las amistades que hace en un parque dónde se juegan partidas rápidas, la relación con su entrenador, el papel de los padres, los torneos con otros niños, y hasta la tensión por el miedo a perder contra otro niño rival. La historia está basada en un niño ajedrecista real, Josh Waitzkin, adaptando el libro que sobre él escribió su padre. Los norteamericanos buscan un sustituto del gran Bobby Fisher y la película juega con esta búsqueda, incluyendo imágenes reales de Fisher, con la voz en off del protagonista.
El relato está magníficamente contado. Me gusta muchísimo la cercanía con que a veces la cámara puntúa el relato, con primeros planos de rostros, piezas de ajedrez, el tablero, las miradas; todo ello amplificado por ese acercamiento visual. La caligrafía cinematográfica es sobresaliente, con un mimo absoluto por la narración. Además, los actores están maravillosos, desde el niño (Max Pomeranc), el padre (Joe Mantegna), el profesor (Ben Kingsley) o el jugador de partidas rápidas (Laurence Fishburne).
Su director, Steven Zaillian, debutó con esta película, pero se le conoce más por ser el guionista de films cómo Awakenings (Despertares, 1990), Schindler's List (La lista de Schindler, 1993), Mision Imposible (1996), Hannibal (2001), Gangs of New York (2002) y American Ganster (2007).
La película no es perfecta y en contadas ocasiones puede ser hasta ridícula para los que conocemos el ajedrez, sobre todo a mí me chirría ese final de la última partida entre los dos niños, un poco tópico aunque muy cinematográfico. También he leído que refleja muy bien el mundillo de los torneos y estoy seguro en la verosimilitud del afán competitivo y en la rareza de alguno de los enganchados por el ajedrez. Pero aparte de hablar del deporte de las 64 casillas, el film me parece brillante por cómo muestra el cambio de la relación del niño con su padre cuando el ajedrez pasa de ser un juego divertido a algo más importante para ambos.
Esta gran película, cuenta la trayectoria de un niño prodigio que participa en torneos consiguiendo victoria tras victoria. El cambio que supone en su vida infantil su precocidad en el ajedrez, su curiosidad por el juego, las amistades que hace en un parque dónde se juegan partidas rápidas, la relación con su entrenador, el papel de los padres, los torneos con otros niños, y hasta la tensión por el miedo a perder contra otro niño rival. La historia está basada en un niño ajedrecista real, Josh Waitzkin, adaptando el libro que sobre él escribió su padre. Los norteamericanos buscan un sustituto del gran Bobby Fisher y la película juega con esta búsqueda, incluyendo imágenes reales de Fisher, con la voz en off del protagonista.
El relato está magníficamente contado. Me gusta muchísimo la cercanía con que a veces la cámara puntúa el relato, con primeros planos de rostros, piezas de ajedrez, el tablero, las miradas; todo ello amplificado por ese acercamiento visual. La caligrafía cinematográfica es sobresaliente, con un mimo absoluto por la narración. Además, los actores están maravillosos, desde el niño (Max Pomeranc), el padre (Joe Mantegna), el profesor (Ben Kingsley) o el jugador de partidas rápidas (Laurence Fishburne).
Su director, Steven Zaillian, debutó con esta película, pero se le conoce más por ser el guionista de films cómo Awakenings (Despertares, 1990), Schindler's List (La lista de Schindler, 1993), Mision Imposible (1996), Hannibal (2001), Gangs of New York (2002) y American Ganster (2007).
La película no es perfecta y en contadas ocasiones puede ser hasta ridícula para los que conocemos el ajedrez, sobre todo a mí me chirría ese final de la última partida entre los dos niños, un poco tópico aunque muy cinematográfico. También he leído que refleja muy bien el mundillo de los torneos y estoy seguro en la verosimilitud del afán competitivo y en la rareza de alguno de los enganchados por el ajedrez. Pero aparte de hablar del deporte de las 64 casillas, el film me parece brillante por cómo muestra el cambio de la relación del niño con su padre cuando el ajedrez pasa de ser un juego divertido a algo más importante para ambos.
0 comentarios :
Publicar un comentario