Si hay una película de Hitchcock que me fascina es ésta, Basada en el relato corto de Cornel Woolrich "Murder from a Fixed Viewpoint", es todo un ejercicio de estilo del británico.
El protagonista pasa toda la película postrado en una silla con una pierna escayolada y por la ventana de su apartamento contempla las ventanas de sus vecinos, Su voyeurismo le lleva a conocer la vida de varios de ellos y lo que comienza cómo una manera de pasar el tiempo durante su convalecencia, cambia al pensar que se puede haber cometido un asesinato.
La mirada de James Stewart, ampliada por el zoom de su cámara fotográfica, es la mirada del espectador y la del director. El espectador de cine es eso lo que hace, mirar imágenes en movimiento que le cuentan historias; y Hitchcock utiliza el recurso con genialidad.
La película no tiene desperdicio, técnicamente es soberbia y me fascina su capacidad para contar cosas sin dialogo, con la poderosa fuerza de la imagen. Hitchock había rodado La Soga en un sólo plano y esta vez su alarde técnico erar rodar un film voyeur con el protagonista inmovilizado en un pequeño apartamento. Estos desafíos técnicos eran muy propios del director y su carrera está jalonada de varios de ellos.
Pero no todo es técnica, ahora que la he vuelto a ver por enésima vez, lo que más me ha sorprendido es la relación entre James Stewart y Grace Kelly. Su noviazgo va camino de boda pero el fotógrafo se resiste porque cree que ella no podrá aguantar su ritmo de vida, así que el tira y afloja entre ambos (con una evidente carga sexual en varias escenas) es una delicia. Se utilizan los trozos de vidas que vemos a través de las ventanas del vecindario en el doble juego de reinterpretar la relación en común de ésta pareja puertas adentro y todo, absolutamente todo, se hace con premeditación en un guión magníficamente construido.
Una película en estado de gracia, con sus alardes técnicos pero también con la maestría de un buen narrador que, cómo siempre hizo, está pendiente del espectador y que utiliza su estilo para dar una gran lección de cine.
El protagonista pasa toda la película postrado en una silla con una pierna escayolada y por la ventana de su apartamento contempla las ventanas de sus vecinos, Su voyeurismo le lleva a conocer la vida de varios de ellos y lo que comienza cómo una manera de pasar el tiempo durante su convalecencia, cambia al pensar que se puede haber cometido un asesinato.
La mirada de James Stewart, ampliada por el zoom de su cámara fotográfica, es la mirada del espectador y la del director. El espectador de cine es eso lo que hace, mirar imágenes en movimiento que le cuentan historias; y Hitchcock utiliza el recurso con genialidad.
La película no tiene desperdicio, técnicamente es soberbia y me fascina su capacidad para contar cosas sin dialogo, con la poderosa fuerza de la imagen. Hitchock había rodado La Soga en un sólo plano y esta vez su alarde técnico erar rodar un film voyeur con el protagonista inmovilizado en un pequeño apartamento. Estos desafíos técnicos eran muy propios del director y su carrera está jalonada de varios de ellos.
Pero no todo es técnica, ahora que la he vuelto a ver por enésima vez, lo que más me ha sorprendido es la relación entre James Stewart y Grace Kelly. Su noviazgo va camino de boda pero el fotógrafo se resiste porque cree que ella no podrá aguantar su ritmo de vida, así que el tira y afloja entre ambos (con una evidente carga sexual en varias escenas) es una delicia. Se utilizan los trozos de vidas que vemos a través de las ventanas del vecindario en el doble juego de reinterpretar la relación en común de ésta pareja puertas adentro y todo, absolutamente todo, se hace con premeditación en un guión magníficamente construido.
Una película en estado de gracia, con sus alardes técnicos pero también con la maestría de un buen narrador que, cómo siempre hizo, está pendiente del espectador y que utiliza su estilo para dar una gran lección de cine.
1 comentarios :
No me canso de verla, y es verdad que en cada nueva oportunidad que tengo, descubro nuevos detalles, personajes, escenas, una luz…
James Stewart está inmenso, sentado y quieto, pero con miradas y gestos que lo dicen todo. Es el motor de la acción, qué difícil, y qué fácil lo hacen actor y director.
¿Y qué me dices de mi adorada Thelma Ritter? ¿No merecería un poco más de protagonismo?
Yo, a esa relación no le veo futuro (mi lado cotilla).
Biquiños
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