Soy admirador del director Fernando León de Aranoa por su cine social, su mirada surrealista y costumbrista junto con la ideología, claramente de izquierdas, que impregnan sus películas. Últimamente he repasado bastante parte de su corta filmografía y encuentro que Amador es su obra que menos me gusta. Supongo que el repaso de sus trabajos me hace compararla con el resto y que es en esa comparación dónde pierde enteros el resultado final.
La historia se centra en mujer inmigrante que trabaja en casa de un anciano español y los problemas económicos con los que ella convive su exilio laboral y sentimental, en este país. Ese trasfondo viene, como siempre hace Aranoa, con detalles de un guión trabajado en el que la poesía surrealista se asoma en varias ocasiones: la pieza del puzzle en forma de crucifijo que tiene el viejo entre las manos, conversaciones sobre las sirenas, o el ambientador para dar a las rosas olor a ellas mismas.
Estos valores siguen presentes como fiel estilo del cine de su autor, pero esta vez todo me parece menos bonito. Encuentro a la historia con pocos puntos de interés y a los actores correctos pero tampoco espléndidos. Ceso Bugallo es el entrañable anciano (que también se llamaba Amador en Los lunes al sol) aunque su personaje no dura mucha parte del metraje y, en cambio, Magaly Solier (protagonista de La teta asustada) ocupa casi siempre la pantalla y es una actriz de la que no me convence su hermetismo gestual.
Para rematar el final se me hace algo chirriante como buscando un golpe de efecto que, en mi caso, solamente consigue que acabe valorando la película bastante por debajo de mis expectativas.
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