10 de marzo de 2011

THE FIGHTER (2010) - David O. Russell



El boxeo ha sido tratado en el cine con bastante asiduidad. Los referentes más importantes que quiero destacar son: Somebody up there likes me (Marcado por el odio, 1956), The Champ (Campeón, 1979), Raging Bull (Toro salvaje, 1980), Rocky (1976) con sus varias continuaciones, Million Dollar Baby (2004); o los cortometrajes mudos Battling Butler (El boxeador / El último round, 1926) y The Champion (Charlot boxeador, 1915), respectivamente con Keaton y Chaplin. 

Es un deporte que ya tiene toda una iconografía en la pantalla, con sus combates, la forma de rodarlos y la catarsis de redención personal que lleva al boxeador a superar al rival en el combate. Referentes cinematográficos que hacen que resulte difícil encontrar nuevas miradas sobre esta especie de subgénero. 

The Fighter lo consigue. Es una película solida, con un firme guión en el que se cuenta la trayectoria de Micky Ward, hermano de Diky, el ídolo local de Lowell (Massachusetts) y entrenador del primero en el cuadrilatero. No importa que Micky haya perdido sus últimos combates, que su madre y hermanas interfieran en su día a día, que Diky esté enganchado al crack, o que todo vaya de mal en peor para lo que prometía su carrera deportiva. Esta es un asunto familiar y ellos saben como manejarlo. 

Y de eso va el film, de mostrar la relación entre estos dos hermanos y hacerlo con inteligencia. No es necesario que salgan muchos combates, pero cuando los hay, están muy bien rodados, por lo que sigue siendo una película sobre el boxeo, aunque éste sea una metáfora de la vida y el drama esté presente desde el principio. La narración se encuadra dentro del documental que la cadena HBO rueda sobre la caída de Diky en el mundo de la droga y este personaje, interpretado por un absorbente Christian Bale es,  junto al personaje de la madre (Melissa Leo),  lo mejor en su parte actoral. Ambos han sido premiados con el Oscar y destacan por encima de la pareja de boxeador y novia que encarnan Mark Wahlberg y Amy Adams.  

Sin dudarlo, es una película, que vuelve a llevar el boxeo a la pantalla con absoluto acierto y con la que su director se reivindica por el trazo invisible de su autoría en una obra con un gran guión y excelentes actores.

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