Pedro Almodóvar cuenta parte de su propia vida, esa autoficción de la que habla explicitamente la historia de "Dolor y Gloria", recreando sus vivencias pasadas y actuales que, a los que le seguimos, se nos hacen reconocibles y aunque no sea una biografía sí que bebe mucho de la vida del cineasta.
El protagonista no es Almodóvar pero tiene mucho de él. Su madre, sus enfermedades, la infancia en un pueblo, Madrid, la homosexualidad, el éxito profesional, la crísis creativa; en definitiva: el dolor y la gloria del título.
Maravillosa la interpretación de Antonio Banderas que me deja con la boca abierta de principio a fin de la película. No puedo más que aplaudir el mimetismo con el que hace de Salvador, el alger ego del Almodóvar adulto, y hasta cuando solo mira y escucha a los otros actores, sigo reconociendo gestos de Almodóvar.
El resto del reparto tampoco tiene desperdicio, desde las grandes Julieta Serrano y Penélope Cruz, La bonita interpretación de Sbaraglia o el descubrimiento de Asier Etxeandia, César Vicente y Asier Flores. Como siempre, el director acierta con sus intérpretes y los lleva a lo que él busca de ellos.
Tal vez sea un punto y aparte en la carrera de Almodóvar. Ya me lo pareció con Julieta, que aunque sigue reconociéndose su estilo, su forma de rodar, los temas, fotografía, musica; es una etapa distinta a las anteriores y que le siguen consolidando como un gran director con un universo propio que lleva magistralmente a la pantalla.
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