Secuela de Ocho apellidos vascos que repite a la mayoría de los actores más la incoporación de Rosa María Sardá y Berto Romero. Tampoco cambia el director aunque da completamente lo mismo.
La gracia que tenía su predecesora aquí se diluye por completo. Esta vez el conflicto es entre vascos y andaluces con catalanes, aprovechando para meter chistes y situaciones que no me consiguen arrancar más que una leve sonrisa. El personaje de Rafa interpretado por Dani Rovira no lleva tanto la voz cantante y la película cae en una mediocridad, que a la media hora ya me hace pedir que se acabe de una vez para olvidarla.
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