Basada en la novela de Vladimir Nabokov, La defensa, cuenta la historia de un genial ajedrecista incapaz de llevar una vida normal al estar absorbido por el mundo de las 64 casillas. No es una historia real aunque se inspira en la vida de Von Bardeleben, un maestro ajedrecista del finales del siglo XIX y principios del XX.
Como aficionado al ajedrez, me suele pasar que las películas que ambientan su trama en este juego suelen dejarme insatisfecho. Como honrosas excepciones destaco Searching for Bobby Fisher (En busca de Bobby Fisher, 1993) y el telefilme Schwarz und weiß wie Tage und Nächte (El jugador de ajedrez, 1979). Entiendo que tal vez el ajedrez no sea un tema muy cinematográfico y que el desconocimiento de sus reglas por la mayoría de los espectadores, lleven a que se tenga que trivializar o simplificar los entresijos del juego para mostrarlos en la pantalla.
Esta película consigue mostrar el ambiente del campeonato de ajedrez donde, despues de eliminar a otros participantes, el protagonista se enfrenta a su máximo rival. También es acertada la partida final que recrea entre Vildmar y Euwe, como es interesante la relación entre el ajedrecista y su antiguo profesor.
Lo que me gusta menos es toda la parte amorosa, la locura del protagonista y, en definitiva, el relleno comercial-sentimental-dramático para hacer el producto más digerible. Esta mezcla es lo que baja enteros a la película y, aunque la pareja John Turturro-Emily Watson, cumplen con bastante solvencia en sus interpretaciones, no acaba de ser una película destacable y se queda en un nivel irregular.
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