Jep Gambardella tuvo un considerable éxito con su primera novela. Desde entonces es periodista, se dedica a hacer entrevistas y a vivir la noche romana rodeado de una fauna de personajes de todo tipo. Él es el centro de un relato, visualmente poderoso que alcanza cotas de virtuosismo en la manera en que está contada la insustancial vida de los que pululan alrededor del ya sexagenario protagonista.
Desconcertante y a la vez fascinante, consigue aunar un interés excelso por los entresijos que conforman esta extraña película en la que la belleza es algo fundamental en el fondo del relato. Así no hay discusión posible al decir que Toni Servillo dibuja un personaje inolvidable pero que también los secundarios que van apareciendo a lo largo de las historias que componen el mosaico de la trama, dejan huella por su singularidad.
Sin saber del todo lo mucho o poco que me ha gustado, acabo rendido al ejercicio de cine que forman sus imágenes. Si lo piensas detenidamente no hay mucho que contar de la historia ni tampoco lo necesita porque por sí sola tiene suficiente fuerza como para no hablar de nada y conseguir ser muy interesante.
Premiada con el Oscar y el Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa, también ha acaparado otros galardones, prueba indiscutible de que no deja indiferente y destaca por su sublime rareza.
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