20 de junio de 2014

FUNNY GAMES (1997) - Michael Haneke




Argumento: Una familia pasa el fin de semana en su casa en el lago cuando aparecen dos desconocidos que dicen venir de parte de los vecinos. A partir de ese momento, la vida de esta familia empieza a estar en peligro.

Director: Fue mi descubrimiento del director austriaco Michael Haneke con un talento especial para un cine desasosegante con personajes enfermizos. En su filmografía posterior ha mostrado gran maestría con parecidas temáticas.

Actores: Los actores me son desconocidos, salvo Ulrich Mühe que años más tarde protagonizaría La vida de los otros (2006).

Datos: Michael Haneke volvió a rodar diez años después la misma historia en un remake americano con igual título.



Crítica: Una familia acomodada, padre, madre e hijo, se disponen a pasar un fin de semana tranquilo pero aparecen dos psicópatas que les van a amargar la existencia. Dos chicos amables, uno tonto y el otro demasiado listo, que quieren jugar a hacer el mal. Sin razón alguna tienen la intención de asesinar a esta familia aunque involucrando al espectador en la historia. Uno de los asesinos guiñará el ojo a la cámara, luego se dirigirá directamente al espectador preguntándole por quién apuesta en el macabro juego y, rizando el rizo, rebobinará una escena para eliminar la muerte de su compañero. 
Haneke es el que juega con nosotros. Nos cuenta una historia violenta, narra las escenas más crudas fuera de campo (impresionante el plano del televisor salpicado de sangre), mantiene un largo plano fijo de diez minutos luego de uno de los asesinatos y hasta se atreve a que uno de los personajes elimine una escena que al espectador le tiene que haber gustado porque uno de los malos muere en ella. ¿Qué no te gusta la violencia?, ¿entonces que haces viendo esta película? y sobre todo...¿por qué te alegras de que haya muerto uno de los malos?, pues como esto es un juego....esa escena la quito, jejeje
Fascinante la propuesta de Haneke. Un cine que pone literalmente malo al espectador pero sin cargar las tintas en las escenas sangrientas que se ven en la pantalla porque no es necesario. El mal rollo se consigue con el ambiente, la falta de moral de los asesinos, el absurdo de la historia, el niño con el que no se tiene piedad, la música heavy que interrumpe el plácido prólogo con la familia viajando en el coche, los buenos modales de dos seres despreciables y las serias dudas ante la salud mental del responsable de esta película. Haneke gana el juego.

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