Ya advertí por aquí que después de leer la novela, iba a intentar ver algunas de sus adaptaciones cinematográficas. Así que después de la versión de 1935 paso a la última adaptación del libro de Tolstoi.
Por lo pronto, el director es Joe Wright que ya realizó dos películas sobre clásicos de la literatura como Expiación y Orgullo y prejuicio de las que solamente he visto la segunda y además también conozco su película Hannah. Así que el británico es un tipo curtido que cuenta para esta ocasión con el guionista Tom Stoppard, toda una garantía a su lado.
Lo curioso es que ambos se han atrevido a realizar una arriesgada adaptación en la que la historia transcurre en un escenario teatral con lo que la primera impresión durante sus minutos iniciales es de perplejidad, ya que los escenarios, sean habitaciones o paisajes exteriores, aparecen detrás de puertas, telones o después de efectos de luces que amplifican la sensación de artificio teatral.
Claro que una vez superada esa perplejidad inicial, me siento cómodo con el transcurrir de la clásica historia de amores en la aristocracia rusa pero es que no puedo más que felicitarme porque se incluyen la mayoría de los pasajes importantes de la novela y se le da cancha a los personajes secundarios que más me gustan de ésta: Levin y su esposa.
De todas formas, lo que me convence para bien de esta versión, es el atrevimiento por intentar que el relato sea original con esa ambientación teatral y que la película desprenda bastante más pasión y amor que la, más desangelada, que conozco con Greta Garbo en 1935. Ya solo por eso y porque creo que Keira Knightley está bastante bien como Anna Karenina y que Jude Law está excelente como su marido (otra cosa es el personaje de Vronski que no me acaba de decir mucho), acabo convencido de la propuesta y más que satisfecho del resultado final.
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