Son muchas las veces que he visto esta absoluta obra maestra de Francis Ford Coppola y además ya pude verla una vez en el cine cuando se estrenó la tercera parte en los desaparecidos Cines Renoir Cuatro Caminos de Madrid, porque proyectaron las dos primeras entregas unos días antes del cierre de la trilogía. Claro que me congratulo en poder decir que ahora ha sido la segunda vez que la he visto en pantalla grande y a eso voy.
Por casualidad me encuentro un cartel en el Cine Callao de Madrid de la próxima proyección en esa sala y en versión original subtitulada de esta película debido a Phenomena y ni corto ni perezoso, compro la entrada para no perderme esta oportunidad de poder disfrutar de la película en todo su esplendor. Claro que yo no me esperaba encontrarme con una cola inmensa, un cine a rebosar de un público muy mayoritariamente joven (eso es lo que más me llamó la atención) que como yo, iban a ver El Padrino a una gran sala de cine de 200 localidades y con la gozada de hacerlo en V.O.S. Es cierto que ya no recuerdo como es esta película doblada porque de más de cinco veces que la he visto, creo que solamente lo hice una vez con doblaje; pero también lo es que mi sorpresa ante tanto público un domingo de diciembre a las ocho de la noche, me causa gran alegría. Otra cosa fue el pequeño disgusto porque tuve que verla en el gallinero al estar el cine prácticamente lleno...
El Padrino sigue siendo esa grandísima película que surgió gracias al talento de Coppola, a la novela de Mario Puzo, a la brillantez de unos actores en estado de gracia como Marlon Brando, Al Pacino o Robert Duvall y a la conjunción de una mitología gansteril junto con ese valor italoamericano por la familia y el honor, que con una pizca de azar, consiguió llevar a cabo en sus imágenes lo que ya es todo un mito del cine.
La sigo disfrutando como el primer día y esta vez, me hicieron sonreír los aplausos de los espectadores que la vieron conmigo, en las escenas clave o cuando finalizaron las tres horas de auténtico placer cinematográfico. Todavía hoy no sabría con que escena quedarme porque son muchas las que me apasionan y me sigue fascinando lo espectacular que están Pacino y Brando en sus papeles. Es una de mis películas preferidas y no puedo finalizar esta reseña sin recordar que encima....¡la segunda parte es todavía mejor que la primera!
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