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El director Kar Wai Wong cuenta una historia de amor que nunca se consume, con bellas imágenes de dos personas atrapadas por la atracción mutua, que comparten momentos, diálogos, encuentros, pero no besos ni caricias. Un film muy estilizado, claro ejemplo del tono que suele envolver a su films.
El argumento es mínimo y eso no impide que nos impliquemos en la historia de los amantes que comparten pensamientos íntimos y la fatalidad de que sus respectivas parejas les engañen entre ellos. Pero no importa, lo que vale aquí es ver como la cámara se recrea en los detalles, cómo se ralentiza la acción, como el humo del cigarrillo llena la pantalla y los rostros de los actores expresan mucho más de lo que dicen sus palabras.
Es un cine raro, poético, fantasmagórico, pintado de otra manera, con una sensibilidad especial que me pide valorarlo fuera de los parámetros habituales, y dentro de la magia cinematográfica de su creador.
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