Entre My Darling Clementine (Pasión de los fuertes, 1946) y Fort Apache (1948), John Ford rodó esta película que adapta la novela El poder y la gloria de Graham Greene.
Un sacerdote (Henry Fonda) es perseguido en Mexico durante los años en que el gobierno mexicano prohibió la Iglesia Católica. Este fugitivo se ve envuelto en una historia de huida por lo que representa su condición de sacerdote. Debe esconderse de las autoridades, buscar el vino para el sacramento de la eucaristía en el mercado negro y finalmente huir hacia otro lugar.
La narración se hace a base de un ambiente espiritual, con una brillante fotografía en blanco y negro de Gabriel Figueroa, fotógrafo habitual de Buñuel, y la belleza de la actriz Dolores del Río. Así la historia transcurre en un tono intimista pero demasiado contemplativo en mi opinión. La religión se transforma en una actividad proscrita y aunque el relato tiene muchos puntos de interés, esa exaltación religiosa se me atraganta.
No por ello deja de ser una película interesante, con escenas impactantes y una puesta en escena lírica, brillante y que deja huella. Henry Fonda está tan magnífico como siempre y Ford dota al relato de fuerza. Me parece estar viendo una película de ciencia ficción, como si esa persecución contra la religión transcurra en un mundo futuro, extraño, apocaliptico y en ocasiones hasta aterrador. Que esto lo diga un ateo como yo, tiene su merito.
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