Terry Gilliam, componente de los disueltos Monty Python, parecía el director ideal para una película sobre el universo de los hermanos Grimm, célebres escritores de cuentos alemanes que, entre otros, son los autores de versiones de Caperucita roja, Blancanieves, Hansel y Gretel o Juan sin miedo.
Y digo el universo, porque el film no trata sobre la vida de los hermanos Grimm sino sobre una historia inventada de la que ellos son partícipes. Así aparecen referencias a sus cuentos y un mundo de fantasía en la que deben acabar con una maldición que asola una aldea alemana: la desaparición de varias niñas de esa localidad.
Todo está contado de manera barroca y excesiva, con un punto de humor que a veces sobra, y una rara mezcla de romance, aventuras y cuento. No es de extrañar que al final la cosa no funcione del todo bien, aunque no por ello es una película que me haya aburrido, más bien tiene partes interesantes y otras más que mejorables.
En la parte actoral, Matt Damon y Heath Ledger son los hermanos Grimm, y confieso que no reconocía al primero en el papel. A su lado un buen puñado de actores como Monica Bellucci, Jonathan Pryce, Peter Stormare o la guapísima Lena Headey.
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