David Fincher convirtió cada uno de sus estrenos en un éxito así como en un acontecimiento cinematográfico. Alien 3 (1992), Se7en (Seven, 1995), The Game (1997), Figh Club (El club de la lucha, 1999) fueron sus pasos antes de llegar a Panic Room así que las expectativas de sus seguidores eran muy altas. No soy uno de ellos, pero había visto todas y volví a repetir en mi curiosidad como espectador por ver con que me sorprendía. Ahora la he vuelto a revisar.
Con Jodie Foster como estrella y con el argumento de una madre y su hija que se encierran en una habitación de seguridad de su espectacular vivienda para esconderse de los ladrones que han entrado por la noche, Fincher hace un ejercicio de estilo con la cámara que recorre las habitaciones, se mete dentro de las paredes o sigue el cableado de las líneas de teléfono. En eso es todo un maestro, sin pedirle más, cumple lo que promete: un film entretenido y que se sigue con interés hasta el final. Contiene tensión, violencia y suspense aunque queda como un titulo menor en la filmografía del norteamericano.
Luego llegaría Zodiac (2007) y The Curious Case of Benjamin Button (El curioso caso de Benjamin Button, 2008) con los que sus seguidores volverían a alimentar el mito de un director aclamado como ejemplo del cine comercial de calidad. Es innegable que su filmografía es coherente con esa premisa artística.
Con Jodie Foster como estrella y con el argumento de una madre y su hija que se encierran en una habitación de seguridad de su espectacular vivienda para esconderse de los ladrones que han entrado por la noche, Fincher hace un ejercicio de estilo con la cámara que recorre las habitaciones, se mete dentro de las paredes o sigue el cableado de las líneas de teléfono. En eso es todo un maestro, sin pedirle más, cumple lo que promete: un film entretenido y que se sigue con interés hasta el final. Contiene tensión, violencia y suspense aunque queda como un titulo menor en la filmografía del norteamericano.
Luego llegaría Zodiac (2007) y The Curious Case of Benjamin Button (El curioso caso de Benjamin Button, 2008) con los que sus seguidores volverían a alimentar el mito de un director aclamado como ejemplo del cine comercial de calidad. Es innegable que su filmografía es coherente con esa premisa artística.
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