Cary Grant e Ingrid Bergman volvieron a formar pareja en la pantalla más de diez años después de Notorius (Encadenados, 1946) - Alfred Hitchcock.
La historia adapta la obra teatral "Kind Sir" de Norman Krasna, en la que una actriz de teatro se enamora de un hombre casado aunque separado de su esposa. La indiscreción de la hermana de ella, le revela que él no está realmente casado sino que utiliza esa artimaña para no tener que pasar por el altar.
Stanley Donen está detrás de la cámara y es una pena que no le sacara mayor partido a la pareja protagonista, pero seguramente es que no había mucho de dónde rascar. Ellos están mayores para sus papeles y aunque tienen su inimitable encanto, la trama ha quedado algo desfasada. Son dos personajes adinerados, con criados y con lujo alrededor. Se atraen desde el principio pero me ha resultado difícil identificarme con sus amoríos y más bien se me hacen aburridos en su mayor parte.
Ingrid Bergman seguía siendo una mujer hermosa con 43 años y su rostro desprende belleza; Cary Grant ya estaba mayorcito con 58 y solamente le disfruto a partir de la escena del baile, cuando se muestra gracioso, ridículo y tan adecuado como siempre para la comedia.
La censura de la época no podía permitir que se viera una escena de cama entre una mujer soltera y un hombre casado aunque fueron muy hábiles: cada uno está en su cama y hablan por teléfono con la pantalla dividida en dos que les muestra tal y cómo si compartieran las sábanas. Esa escena y el baile de la rueda es lo mejor de una película que en general es bastante mediocre.
La historia adapta la obra teatral "Kind Sir" de Norman Krasna, en la que una actriz de teatro se enamora de un hombre casado aunque separado de su esposa. La indiscreción de la hermana de ella, le revela que él no está realmente casado sino que utiliza esa artimaña para no tener que pasar por el altar.
Stanley Donen está detrás de la cámara y es una pena que no le sacara mayor partido a la pareja protagonista, pero seguramente es que no había mucho de dónde rascar. Ellos están mayores para sus papeles y aunque tienen su inimitable encanto, la trama ha quedado algo desfasada. Son dos personajes adinerados, con criados y con lujo alrededor. Se atraen desde el principio pero me ha resultado difícil identificarme con sus amoríos y más bien se me hacen aburridos en su mayor parte.
Ingrid Bergman seguía siendo una mujer hermosa con 43 años y su rostro desprende belleza; Cary Grant ya estaba mayorcito con 58 y solamente le disfruto a partir de la escena del baile, cuando se muestra gracioso, ridículo y tan adecuado como siempre para la comedia.
La censura de la época no podía permitir que se viera una escena de cama entre una mujer soltera y un hombre casado aunque fueron muy hábiles: cada uno está en su cama y hablan por teléfono con la pantalla dividida en dos que les muestra tal y cómo si compartieran las sábanas. Esa escena y el baile de la rueda es lo mejor de una película que en general es bastante mediocre.
2 comentarios :
Bastante de acuerdo esta vez. Es una película que a pesar de contar con un gran director y un gran actor y con mi adoradísima Ingrid Bergman se me hizo algo aburrida. No obstante, quiero darle algún día una nueva oportunidad...
Pues yo solamente la he visto una vez y no creo que repita. A pesar del director y los actores, me decepcionó mucho como para volver a verla.
Publicar un comentario