Veo por segunda vez esta película mítica que ha pasado a la historia por ser una de las pocas interpretaciones del fallecido James Dean. Su breve filmografía se compone principalmente de este film, Al este del Edén y Gigante.
Nicholas Ray hizo una película sobre una juventud desencantada y perdida, y aunque es un buen filme con cosas interesantes, su visionado se me ha hecho bastante cargante en el trasfondo psicológico de la figura del padre. Lo mejor me parecen el inspirado James Dean aunque algo mayor para el papel, que se ajusta más en la edad de los también geniales Natalie Wood y Sal Mineo.
Comprendo que en los años cincuenta fuera todo un acontecimiento tanto por el tema tratado cómo porque antes de que se estrenara murió el protagonista en un accidente de tráfico. Así comenzó el mito de un actor muerto joven y conservado con esa edad hasta la eternidad.
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