Una película que se me escapó en su estreno en salas de cine y que luego pude ver en televisión (supongo que sería una emisión de Canal+) pero, la verdad, no recordaba haberla visto. Ahora he podido visionar la edición extendida en DVD de cuatro horas que dobla las dos horas de la versión original.
Jacques Rivette es uno de los directores que empezaron filmando dentro del movimiento de la nouvelle vague francés y del que yo, aparte de ésta, solamente he visto otra dirigida por él: Alto, bajo, frágil. Mi interés por esta película también viene por los actores, Michel Piccoli es el pintor maduro, Jane Birkin su esposa y Emmanuelle Béart, la modelo.
El pintor quiere terminar su obra inacabada que abandonó hace diez años y cree haber encontrado a la modelo que le puede ayudar a hacerlo. Las sesiones maratonianas de creación no van a ser resumidas para el espectador, sino que asistirá a cómo se va creando la obra desde los primeros bocetos, las decepciones y abandonos, los cambios de actitud de creador y modelo, así como el entorno de personas y emociones que les rodean, hasta llegar al punto final, al acabado de la pintura. La historia será rematada con una reflexión sobre la obra de arte que engrandece más la calidad del film.
He disfrutado de la película en todo su metraje. No se me ha hecho pesada a pesar de su larga duración, al contrario, me ha interesado hasta el final el ritmo pausado y contemplativo que lleva a la creación del cuadro. Ya se ha dicho en muchos sitios que esta película se puede comparar con El sol del membrillo de Victor Erice, en cuanto a asistir a un proceso de creación de una obra, pero a mí me parece más completo, más humano, más interesante, el transcurrir de La bella mentirosa, tal vez porque aquí las relaciones entre los personajes son mucho más importantes que el trabajo en solitario del pintor en la película de Erice.
La desnudez de Emmanuelle Béart, su sensualidad, su cuerpo perfecto, acaba siendo tan recurrido como parte de las imagenes que, en mi caso consiguió que, junto con el pintor que va manejando a su modelo para que adopte las posturas que quiere pintar, perdiera la mirada de deseo sobre la carne y las formas de la actriz francesa para pasar a interesarme por su unidad artística, su belleza cómo modelo de un cuadro, como modelo de una posible obra maestra artística.
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