Opera prima del realizador Gavin Wiesen que ha tenido en España una muy corta vida en los cines. Estrenada en Madrid en sólo tres salas y sin copia en versión original, en pocas semanas fue retirada de la cartelera.
Sin duda, su propuesta es fresca y a pesar de que abundan los clichés y un final fácil de preveer, mantiene un tono amable y sabe contar con buenas dosis de lucidez, la relación entre George, un joven estudiante que no ve sentido a hacer cosas en la vida para labrarse un futuro, y la guapa Sally que mantiene con él una relación dónde se mezcla la amistad y un incipiente amor.
Sally es interpretada por Emma Roberts (sobrina de Julia) y me resulta curioso que vuelva a lidiar con un personaje que conoce a un chico deprimido y con tendencia al pesimismo, como en la que por aquí comenté hace poco: It's kind of a funny story. Parece que su dulzura va bien con la terapia para gente con problemas de baja autoestima. Me tengo que pensar usar esa estrategia.
Puede que la propuesta no sea nada del otro mundo pero me gusta como se plantea la historia, como va evolucionando la relación entre los chavales y como el arte (el dibujo, la pintura) es capaz de hacer que el protagonista aparezca con cierto empuje vital creativo. Vale, que no hay forma de ahorrarse un final de graduación, reconciliación, besos y planes de felicidad; pero antes de llegar allí, le cojo cariño a George (encantador con el rostro de Freddie Highmore) y hasta me da tiempo a pensar como la bella de la función puede verle algo al zarrapostroso pintor en ciernes con el que tiene un romance.
Por cierto, por aquí aparece en un papel secundario Sasha Spielberg, hija del famoso director, que pasa bastante desapercibida, tanto por su físico como por un papel con poco que rascar, aunque la chica (IMDB dixit) ya va haciéndose una buena filmografía.
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