Con este film, Harold Lloyd dio un giro a su carrera cinematográfica. Estaba concebido para ser de menor duración pero acabó siendo un largometraje porque el actor introdujo elementos de comedia y drama, en un argumento más elaborado.
Consiguió definir al personaje que le llevaría a la fama, un muchacho temeroso que demuestra su valentía. En esta ocasión el cambio de actitud es gracias a un amuleto que le da su abuela. La trama incluye un flash back en el que el actor interpreta a su propio abuelo que ya usó el amuleto durante la guerra de Secesión.
La película fue uno de sus mayores éxitos, recibió elogios de Charles Chaplin y Buster Keaton, y éste último hasta reconoció que le había servido de inspiración para The General (El maquinista de la General, 1926).
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