Con esta película Woody Allen consiguió el reconocimiento cinematográfico de la industria. Las comedias no suelen ser valoradas en las diversas entregas de premios pero Annie Hall logró el oscar a la mejor película más otros tres oscars: actriz, dirección y guión.
Cuenta la historia de una pareja de neoyorquinos interpretados por el propio director y Diane Keaton que también eran pareja en la vida real. También es la primera incursión del director en una filmografía que luego abundaría en el tipo de humor que representa el personaje neurótico que suele interpretar el mismo.
Película de diálogos, frases ingeniosas, de escenarios urbanos bañados del humor típico de su director que además rompe reglas del relato al permitir que sus personajes se dirijan directamente al espectador, que haya escenas ocurridas en el pasado dónde el personaje actual observa a su yo antiguo, entrevistas a supuestos viandantes sobre hechos que ocurren en la película; y hasta una escena de animación que parodia al clásico de Disney Blancanieves y los siete enanitos.
Woody Allen sorprendió con esta comedia que vista hoy es un preludio de los temas recurrentes en mucha parte de su filmografía: Manhattan, Comedia sexual de una noche de verano o Hannah y sus hermanas entre otras, siguen sus pasos. No es una de las películas que más me gustan de Allen pero sí la única, anterior a las que he visto en su estreno, que pude ver en el cine en una sala de reestreno madrileña.
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