Sin habermelo propuesto llevo unas cuantas semanas viendo películas dirigidas por Alfred Hitchcock. La razón más importante para esto, ha sido que me he puesto a verlas con mi hija y de una hemos ido pasando a otra. No pensaba ver con ella Psycho, pero al final me animé a ponersela y salvo la escena de la ducha, que le pareció lo más "asqueroso", el resto le gustó y le sorprendió el final de la trama. Recuerdo la primera vez que la vi y cómo me impactó la parte final con Norman Bates completamente abudcido en su enfermedad por la personalidad de su madre.
Una guapa secretaria, huye con el dinero que entra en su oficina para así poder vivir con su novio, un hombre divorciado con dificultades económicas. La sorpresa viene cuando pasamos de esta protagonista a la de Norman Bates, dueño de un motel de carretera y que vive bajo el mando de su obsesiva madre.
Hitchock juega de principio a fin con el espectador. Sus alardes técnicos y giros de guión, hacen que la historia sea más que absorbente. Rodada en blanco y negro, con una música genial y el dominio de la cámara que caracteriza al británico, la película aunque sea un producto algo menor que otras maravillas de su filmografía, sigue siendo una buena película que se alimenta de la aureola de mito por la escena de la ducha así como por el sorpresivo desenlace.
Psycho se ha convertido en una de las películas más famosas de su director. Posteriormente, el actor protagonista, Anthony Perkins continuó interpretando hasta tres secuelas más y hace pocos años el director Gus Van Sant rodó un remake que copiaba a la película original plano a plano y que es totalmente prescindible.
Una guapa secretaria, huye con el dinero que entra en su oficina para así poder vivir con su novio, un hombre divorciado con dificultades económicas. La sorpresa viene cuando pasamos de esta protagonista a la de Norman Bates, dueño de un motel de carretera y que vive bajo el mando de su obsesiva madre.
Hitchock juega de principio a fin con el espectador. Sus alardes técnicos y giros de guión, hacen que la historia sea más que absorbente. Rodada en blanco y negro, con una música genial y el dominio de la cámara que caracteriza al británico, la película aunque sea un producto algo menor que otras maravillas de su filmografía, sigue siendo una buena película que se alimenta de la aureola de mito por la escena de la ducha así como por el sorpresivo desenlace.
Psycho se ha convertido en una de las películas más famosas de su director. Posteriormente, el actor protagonista, Anthony Perkins continuó interpretando hasta tres secuelas más y hace pocos años el director Gus Van Sant rodó un remake que copiaba a la película original plano a plano y que es totalmente prescindible.
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