Mira que me gusta Javier Gutiérrez pero aquí poco puede hacer por llevar adelante una historia desvalazada en la que lo veo como casi lo único salvable. Un escritor en busca de historia, escribe sobre su vecindario, espoleado por el éxito literario de su mujer y su poca capacidad de inventiva. La relación con la portera del edificio tiene su gracia pero del resto poco más que comentar y mira que me extraña porque Manuel Martín Cuenca ha rodado otras cosas por lo menos algo más interesantes como La flaqueza del bolchevique o la también mediocre Caníbal.
27 de marzo de 2020
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