Lo mejor es la interpretación de Michael Caine, un dibujante de
cómics que pierde su mano derecha en una accidente de tráfico y que
tiene problemas de pareja. Lo peor esa mano, muchas veces
ridícula, que más que terror da risa, y un epílogo desastroso en el que
se pierde la interpretación de que todo está en el cerebro del
protagonista.
19 de febrero de 2018
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