Atraído por buenas referencias, las nominaciones al Goya, el premio para Barbara Lennie y la participación en el reparto de José Sacristán, llego a Magical Girl, segundo largometraje de Carlos Vermut después de Diamond Flash (2011) que no he visto.
Historia de varios personajes que se van encontrando en el guión para formar una sola trama y un laberinto de misterios que al final desembocan en una bonita escena que cierra cíclicamente lo que se nos ha contado. Sin embargo, más que lo que se me cuenta, me interesa la narrativa fría, pausada, con partes que dejan a la imaginación al no hacerlas explícitas. Me recuerda a otro cine, a otra forma de contar que, por aquí, no suele ser frecuente aunque cada vez lo es más.
Historia de varios personajes que se van encontrando en el guión para formar una sola trama y un laberinto de misterios que al final desembocan en una bonita escena que cierra cíclicamente lo que se nos ha contado. Sin embargo, más que lo que se me cuenta, me interesa la narrativa fría, pausada, con partes que dejan a la imaginación al no hacerlas explícitas. Me recuerda a otro cine, a otra forma de contar que, por aquí, no suele ser frecuente aunque cada vez lo es más.
Los actores hacen suya esa frialdad en expresiones y gestos, para componer a unos personajes con más de una cara, que no son negros ni blancos, sino algo distinto. Al igual que pasa en lo relativo a las escenas sexuales, que se nos birlan por esa invitación a imaginar lo que no muestran y porque no hay solo sexo sino sexo con violencia, de golpes, sangre y cicatrices. En la parte final, aparece la violencia separada del sexo. La violencia de las balas. La violencia vengativa en la que el tipo que compone José Sacristán se convierte en alguien capaz de llevar a cabo varios asesinatos con total frialdad. Más frialdad en una película cada vez más fría.
Por el camino, nos hemos quedado con la pequeña historia de cada personaje, con muy buenas interpretaciones (apartado en el que no quiero olvidar a Luis Bermejo) con unas vidas extrañas pero también normales, con deseos infantiles que desencadenan dramas, con morbo, con crítica social, con humor esquinado, con amor paterno, con enfermos mentales y físicos, con libros que se venden al peso, con bares de barrio, con muchas cosas cuidadas al detalle. El resultado es ni más ni menos que una película que, sin ser perfecta, tiene mucho de buen cine. Esa frialdad que ya he repetido es lo que más me sorprende y lo que más me aleja. No la recomiendo pero la he disfrutado. Me gusta ese morbo que no se muestra y que me hace pensar en el extraño mundo de Magical Girl más de lo recomendable.
Lo mejor: que se mantenga fiel a un estilo narrativo frío, sin altibajos de principio a fin.
Lo peor: que esa frialdad me aleje como espectador y que no quede claro que fue lo que ocurrió entre Barbara y Damían en el pasado.
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