Una estimulante propuesta de Christopher Nolan que sabe jugar con los mecanismos de la memoria tanto en la historia del protagonista (un hombre que sufre un tipo de amnesia que le hace no poder tener nuevos recuerdos y olvida las cosas que le acaban de ocurrir) como con el espectador (que debe estar atento e ir reflexionando sobre la manera en que transcurre la historia).
Narrada con dos mecanismos diferentes: escenas en blanco y negro que hacen avanzar la acción mientras hay una conversación telefónica, y escenas en color que retroceden temporalmente para mostrar lo que le ha sucedido al protagonista e ir descubriendo el entramado de realidad que forma el puzzle de sus recuerdos.
Sin meterme en discusiones sobre su telaraña narrativa, ya hay algunos lugares dónde está diseccionada, resulta fascinante en su originalidad aunque también desconcertante y puede que sea necesario más de una visión para llegar a comprenderla del todo (en mi caso, ya van dos).
De todas formas, la primera contemplación de la cinta, ya me parece bastante aclaratoria de su calidad y sin más complejidades, deja huella ese personaje que hace fotos instantáneas a las cosas y personas para no olvidarlas, o se tatúa frases con las verdades o mentiras que van a hacerle tomar decisiones en cuanto vuelva a quedarse sin memoria.
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