Cuarta película de la más habitual actriz, Julie Delpy, que utiliza sus recuerdos familiares para contar una reunión familiar en un casa de la campiña de la bretaña francesa dónde celebran el cumpleaños de su abuela. Todo es fruto de un flashback de la protagonista adulta y así las escenas de la actualidad sirven de prólogo y epílogo del grueso del film que se sitúa en el final de los años setenta.
Me he sentido muy identificado aunque yo no haya tenido una familia tan numerosa, sea español y no francés, mis adultos no tuvieran esas discusiones tan ideológicas y evidentemente, no pueda decir que fui una niña que descubrió el paso de la infancia a la adolescencia rodeado de sus padres, tíos, primos y resto de familiares. A mí me salió la barba y no me vino la regla...
Porque, chistes tontos aparte, lo que me ha dejado encantado de Le Skylab (título que hace referencia a la amenaza de la caída en el lugar dónde transcurre la acción de la estación espacial con ese nombre) es el conjunto de emociones que el relato me entrega en cada una de las secuencias: viaje, reencuentro con los seres queridos, comidas rodeado de los nuestros, tormentas de verano, partidos de fútbol, playa, guateque y cuento de miedo dentro de la tienda de acampada.
Un placer esos diálogos, las canciones, los gags, los personajes, el tumulto de no saber quién es quién, los niños, los mayores, la música, las miradas y el gran disfrute de una historia llena de recuerdos, de risas y de sensaciones nostálgicas que nada más acabar de ver, tengo que repasar mentalmente por lo bien que me lo he pasado.
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