Francisco Regueiro tiene una extraña y a la vez interesante carrera como director. No he visto mucho de su cine pero repasando los títulos encuentro que algunos los conozco de oídas, otros los vi en su día pero ya olvidé la sensación y hay un tercer grupo que me dejó bastante huella. Pistas que me dicen que su cine no me ha pasado indiferente aunque lleve desde 1993, año de Madregilda, sin dirigir.
Esta conclusión se me hace certeza cuando asisto al visionado de Duerme, duerme, mi amor. Película estrenada en plena euforia del aperturista destape en el cine español pero que resulta ser un inolvidable cúmulo de surrealismo con personajes disparatados, situaciones extravagantes y un argumento en el que se cuenta la historia de un hombre sometido por su mujer, a la que duerme para poder liarse con su vecina, la cual lleva 15 años guardando luto a un marido desaparecido.
José Luis López Vázquez vuela en un papel que se pone a su altura cómica y a su talento; pero es que además por allí aparece Rafaela Aparicio como una desquiciada portera; Laly Soldevilla, muy divertida en el papel de la novia de un presidiario; María José Alfonso, la esposa chillona y durmiente; Lina Canalejas, la viuda y deseo sexual del protagonista; y Manuel Alexandre en una impagable breve aparición.
La propuesta me desconcierta, a veces me saca de quicio, pero otras me fascina su atrevimiento, el surrealismo de su argumento y sobre todo, valoro que sea fiel a su idea de principio a fin.
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