Coproducción de Francia, Italia, Rumanía y Bélgica, que cuenta como un antiguo director de la Orquesta de Bolshoi de Rusia, y que ahora es un simple empleado de la limpieza, reune a sus antiguos músicos judíos para ir a París, haciéndose pasar por los componentes actuales de la Bolshoi.
La comedia en estado puro se mezcla con una bonita historia de recuperación de unos personajes apartados de su profesión por razones políticas. La reunión de los músicos para formar la orquesta y sus peripecias en París antes de la actuación, son la parte divertida del relato, y a veces el tono se exagera más de la cuenta buscando la risa del espectador, con algunos tópicos que fuerzan la trama. Esa parte está divertida pero no me convence del todo porque pierde realismo al usar muchos tópicos: el comunista que busca reencontrarse con los suyos en Francia, o un montón de secuencias en que los informales rusos judíos se muestran borrachos, alboroteadores y negociantes, en su encuentro con el puro capitalismo parisino. Demasiado estereotipo que se me atraganta.
Luego, en su última media hora, la película es un concierto, un maravilloso concierto de una obra de Tchaikovsky filmado con brillantez. Es la parte más bonita, y además se junta con la peripecia sentimental del director de orquesta, que pone el contrapunto dramático a la historia, que me deja con la boca abierta y me hace olvidar la parte de comedia exagerada que me gustó menos. No puedo pasar por alto que la actriz Mélanie Laurent está fantástica y es que ultimamente me la he encontrado en un par de buenas películas: París y Malditos Bastardos.
La comedia en estado puro se mezcla con una bonita historia de recuperación de unos personajes apartados de su profesión por razones políticas. La reunión de los músicos para formar la orquesta y sus peripecias en París antes de la actuación, son la parte divertida del relato, y a veces el tono se exagera más de la cuenta buscando la risa del espectador, con algunos tópicos que fuerzan la trama. Esa parte está divertida pero no me convence del todo porque pierde realismo al usar muchos tópicos: el comunista que busca reencontrarse con los suyos en Francia, o un montón de secuencias en que los informales rusos judíos se muestran borrachos, alboroteadores y negociantes, en su encuentro con el puro capitalismo parisino. Demasiado estereotipo que se me atraganta.
Luego, en su última media hora, la película es un concierto, un maravilloso concierto de una obra de Tchaikovsky filmado con brillantez. Es la parte más bonita, y además se junta con la peripecia sentimental del director de orquesta, que pone el contrapunto dramático a la historia, que me deja con la boca abierta y me hace olvidar la parte de comedia exagerada que me gustó menos. No puedo pasar por alto que la actriz Mélanie Laurent está fantástica y es que ultimamente me la he encontrado en un par de buenas películas: París y Malditos Bastardos.
3 comentarios :
La comenté hace unas semanas
http://tartarugamxica.blogspot.com/2010/03/el-concierto.html
Sensaciones parecidas. Va pasando el tiempo y permanece ese saborcillo agradable. Tiene partes buenas y, sí, le sobra algo de comedia. Maravillosa la parte final y excelente la actriz.
Concuerdo, concuerdo!!! La vi hace unos días y salí con el corazón enternecido...Segura que la música tuvo mucho que ver con ese estado...Sobre Mélanie Laurent: me hizo acordar tanto a Nastassja Kinski!
Me alegro de la concordancia, Gaby, Es que esa parte final del concierto es chulísima.
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