Basada en un pasaje de la autobiografía de la periodista Lynn Barber, cuenta la historia en de una chica de dieciséis años que vive en un suburbio de Londres en la Inglaterra de los años 60, anterior al fenómeno revolucionario de los Beatles. Sus problemas son los de una buena estudiante, con dificultades en el latín, que tiene una vida colegial e intenta centrarse en conseguir ser admitida en Oxford.
Todo cambiará cuando un atractivo hombre maduro interrumpa su desarrollo personal y le muestre un mundo fascinante de viajes, conciertos, restaurantes y relaciones fuera de la vida familiar, tradicional y temerosa por el futuro de su única hija. Sus padres ven en los estudios el único camino para prosperar, aunque sus convicciones como educadores también se tambalearán con las nuevas perspectivas.
La directora danesa Lone Scherfig, autora de Italiano para principiantes y Wilbur se quiere suicidar, entre otras; consigue una acertada película, tanto en la ambientación de la época como en la profundidad de los personajes. Me resulta creíble esa Inglaterra que todavía se recupera de la posguerra con su conservadurismo tanto en la vida familiar de Jenny cómo en la rigidez del colegio dónde cursa estudios. El miedo a lo desconocido y a lo que escapa del concepto de tradicional, tiene su mayor exponente en el padre, muy bien trazado; pero sin duda es la joven Jenny, la que me lleva a meterme en la historia por lo bien definida que está su evolución con la brillante interpretación de Carey Mulligan.
Podría haber sido una obra redonda pero en la parte final un giro radical, aunque no inesperado, hace que el mensaje moralista y realista, acabe imponiéndose y me haga valorarla un punto por debajo de la excelencia. Es en esa parte final cuando algunos pasajes se me hacen distantes en mi gusto y demasiado condescendientes con el espectador, aunque la historia está bien contada y es muy recomendable como película.
An Education cuenta lo que le pasa a esta chica llamada Jenny, pero el ejemplo sirve para hablar de la educación, de los tipos de educación, de las maneras que hay de educarse por nuestros mayores, nuestros profesores o por nosotros mismos; de las relaciones familiares, del descubrimiento del sexo, de la valentía de tener ideas propias, del salto al vacío que a veces significa hacerse adulto y en definitiva, de que la vida es lo que más nos enseña y nos hacer ser quién somos.
Todo cambiará cuando un atractivo hombre maduro interrumpa su desarrollo personal y le muestre un mundo fascinante de viajes, conciertos, restaurantes y relaciones fuera de la vida familiar, tradicional y temerosa por el futuro de su única hija. Sus padres ven en los estudios el único camino para prosperar, aunque sus convicciones como educadores también se tambalearán con las nuevas perspectivas.
La directora danesa Lone Scherfig, autora de Italiano para principiantes y Wilbur se quiere suicidar, entre otras; consigue una acertada película, tanto en la ambientación de la época como en la profundidad de los personajes. Me resulta creíble esa Inglaterra que todavía se recupera de la posguerra con su conservadurismo tanto en la vida familiar de Jenny cómo en la rigidez del colegio dónde cursa estudios. El miedo a lo desconocido y a lo que escapa del concepto de tradicional, tiene su mayor exponente en el padre, muy bien trazado; pero sin duda es la joven Jenny, la que me lleva a meterme en la historia por lo bien definida que está su evolución con la brillante interpretación de Carey Mulligan.
Podría haber sido una obra redonda pero en la parte final un giro radical, aunque no inesperado, hace que el mensaje moralista y realista, acabe imponiéndose y me haga valorarla un punto por debajo de la excelencia. Es en esa parte final cuando algunos pasajes se me hacen distantes en mi gusto y demasiado condescendientes con el espectador, aunque la historia está bien contada y es muy recomendable como película.
An Education cuenta lo que le pasa a esta chica llamada Jenny, pero el ejemplo sirve para hablar de la educación, de los tipos de educación, de las maneras que hay de educarse por nuestros mayores, nuestros profesores o por nosotros mismos; de las relaciones familiares, del descubrimiento del sexo, de la valentía de tener ideas propias, del salto al vacío que a veces significa hacerse adulto y en definitiva, de que la vida es lo que más nos enseña y nos hacer ser quién somos.
1 comentarios :
Efectivamente, ese final es una verdadera pena. La escena de los sobres en la guantera es de risa, y tanta moralina no era necesaria.
En cualquier caso, brillante interpretación de la actriz protagonista y ese toque de distinción y elegancia tan británico que hacen que se valore de forma mucho más positiva.
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