Esta extrañísima película tiene una serie de alicientes que no puedo obviar. Realizada en el año 1932, sigue manteniendo mucho del cine mudo aunque ya sea una película sonora. Hay diálogos, música y sonidos pero los intertítulos explicativos aparecen durante todo el metraje.
Dreyer adapta una serie de relatos de Sheridan Le Fanu y otros escritores, rueda sin sonido añadiendolo luego en el estudio, y utiliza actores no profesionales. Además la fotografía mantiene un aspecto desenfocado y nebuloso que es la marca del estilo visual del film, junto con las sombras y efectos expresionistas.
Vampyr, cuenta la historia del estudiante David Gray, envuelto en un mundo de vampiros y fantasmas que habitan en un castillo, El guión es lo de menos ya que a veces es confuso y no importa seguirle el hilo, solamente disfrutar de las imagenes.
En especial, tiene una escena de ensoñación maravillosa, en la que el protagonista se imagina muerto y asistiendo a su propio entierro desde el interior del ataúd que tiene una mirilla por la que ve el cielo, las nubes y el cortejo fúnebre. A mí me parece su mejor parte y junto con alguna otra escena (la muerte del doctor, la chica encerrada y atada), justifican su renombre. Es la segunda vez que la veo y en esta ocasión cómo repaso al cine de terror sonoro que llevo haciendo desde hace meses.
Dreyer adapta una serie de relatos de Sheridan Le Fanu y otros escritores, rueda sin sonido añadiendolo luego en el estudio, y utiliza actores no profesionales. Además la fotografía mantiene un aspecto desenfocado y nebuloso que es la marca del estilo visual del film, junto con las sombras y efectos expresionistas.
Vampyr, cuenta la historia del estudiante David Gray, envuelto en un mundo de vampiros y fantasmas que habitan en un castillo, El guión es lo de menos ya que a veces es confuso y no importa seguirle el hilo, solamente disfrutar de las imagenes.
En especial, tiene una escena de ensoñación maravillosa, en la que el protagonista se imagina muerto y asistiendo a su propio entierro desde el interior del ataúd que tiene una mirilla por la que ve el cielo, las nubes y el cortejo fúnebre. A mí me parece su mejor parte y junto con alguna otra escena (la muerte del doctor, la chica encerrada y atada), justifican su renombre. Es la segunda vez que la veo y en esta ocasión cómo repaso al cine de terror sonoro que llevo haciendo desde hace meses.
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