El título original de "Llévale al Greek" se ha cambiado aquí por éste "Todo sobre mi desmadre" que usa el juego de palabras para tirar del título del film de Pedro Almodóvar que a cualquiera le vendrá a la mente.
El Greek es una famosa sala de conciertos de Los Angeles y el lugar dónde el empleado de una discográfica tiene que llevar a un cantante que se caracteriza por sus excesos con las drogas, el sexo y el alcohol. Estos son los ingredientes para servir esta comedia alocada, irreverente y también excesiva.
Está claro que el camino tomado por la comedia norteamericana de los últimos años, no es ajeno a lo que aquí se nos ofrece. Pero esta vez (me pasa cada vez menos) debo admitir que me gusta el guiso porque me divierto, me saca carcajadas y disfruto de esta locura que se descojona de todo lo que rodea al espectáculo musical.
Los actores son una parte muy importante de mi adhesión al resultado final. Jonah Hill y Russell Brand forman un dúo que con sus diferencias acentúan las situaciones graciosas y del resto de secundarios me gusta encontrarme con Elisabeth Moss en la que creo que es la primera película que he visto con ella, después de su actuación en la serie Mad Men, así como a Rose Byrne (la mala de la reciente Bridesmaids)
A posteriori me entero de que esta película ha surgido como un spin off de Forgetting Sarah Marshall (Paso de ti, 2008) del mismo director; que ha aprovechado lo que allí eran personajes secundarios para darles los papeles principales. El conjunto es jocoso, gamberro, con buenos puntos y un puñado de canciones que redondean la función. Además me sirve de desahogo para seguir pensando que me puede gustar un tipo de comedia pasada de rosca no adecuada para mentes bienpensantes (algo que últimamente dudaba).
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